viernes, 1 de julio de 2011

LA MELANCOLÍA. ¿UN DOLOR CONTEMPORÁNEO O UN MODO NUEVO DE MALESTAR EN LA CULTURA?



LA MELANCOLÍA. ¿UN DOLOR CONTEMPORÁNEO O UN MODO NUEVO DE MALESTAR EN LA CULTURA?
por Carlos Alberto Vargas Prado

“El amor se distingue del deseo, considerado como la relación límite que se establece entre todo el organismo y el objeto que lo satisface. Pues su objetivo no es la satisfacción sino ser. Por eso sólo podemos hablar de amor allí donde existe relación simbólica como tal. Aprendan a distinguir ahora el amor como pasión imaginaria del don activo que él constituye en el plano simbólico (...) amar es amar un ser más allá de lo que parece ser. El don activo del amor apunta hacia el otro, no en su especificidad, sino en su ser (...) el amor no ya como pasión, sino como don activo, apunta siempre más allá del cautiverio imaginario, al ser del sujeto amado, a su particularidad”.
Jacques Lacan. El Seminario de Jacques Lacan. Libro I: Los escritos técnicos de Freud. 1953-1954.


Despojar al objeto de la investidura libidinal que se le ha conferido, conservando las pulsiones en el yo propio y reenviándolas, llegado el momento, hacia un nuevo objeto es lo que en nuestra práctica –freudianamente hablando– denominamos duelo. La melancolía, por su parte, con las particularidades que sirvieron a Lacan para asignarle el estatuto de estructura clínica, sigue siendo un caso especial...

La melancolía, a diferencia del duelo, es más bien un “encriptamiento” en el que el sujeto identificado con su objeto perdido y reprochándose su ausencia desciende a los infiernos para reencontrarse con él y estar eternamente a su lado. El asunto que en la literatura, en la cinematografía y otras artes es el común denominador de un Romanticismo heredado generación tras generación, en el Consultorio se convierte en un verdadero reto: El sujeto no quiere abandonar a su objeto… Se lamenta, se aferra al pasado, a lo vivido. Hace de un Amor estrictamente de carácter imaginario su principal argumento para rescatar lo que de suyo ha perdido para siempre: Un sitio único en la esencia y en la presencia del otro. Lo único que cabe esperar en esos casos particulares es la asunción de la Castración traducida en la aceptación de una muerte simbólica en el pensamiento del otro, para que ésta no sea de carácter real.

Morir de Amor... Se escucha muy tentador, lo sé. El tormento más grande de un sujeto es haber entregado el Corazón en un vínculo sentimental cuando de antemano la experiencia psicoanalítica y la teoría lacaniana nos han mostrado lo inútil que puede llegar a ser esperar una reciprocidad en el Amor. Siempre habrá alguien que se entregue más que otro.

Este asunto que a simple vista pudiese parecer sencillo de tratar en el Consultorio, puede llegar a convertirse en un dolor de cabeza para el Psicoanalista, pues es precisamente el goce implícito en el sufrimiento lo que puede llevarlo a identificarse con el sujeto que tiene en el diván. La sugerencia que puedo ofrecer en este tipo de casos -aclaro, en la clínica psicoanalítica no existen las "recetas"- es posibilitar más que un encuentro posible entre el sujeto y su objeto pérdido, que el primero caiga en la cuenta vía la Palabra de que al simbolizar, al hablar, se mata. Todo dura unos instantes y después se va para siempre... Sólo existen los breves momentos, que afortunadamente nunca podrán satisfacer del todo nuestro deseo.

La negativa del sujeto melancólico a perder... Es lo que puede llevarlo a perder(se)... Para siempre.

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