jueves, 2 de junio de 2011

LA UNIVERSIDAD JUSTO SIERRA PLANTEL SAN MATEO

a través de la Licenciatura en Psicología y Pedagogía

invitan a la Conferencia Magistral



“La Transferencia Perversa en la Clínica Psicoanalítica con un Caso de Homosexualidad Masculina: De la Erotización del Dispositivo Analítico a la Incitación al Goce Sin Ley”


impartida por el Psicólogo Clínico y Psicoanalista de Orientación Lacaniana


MTRO. CARLOS ALBERTO VARGAS PRADO


que se llevará a cabo como parte de las actividades académicas del

Cuarto Coloquio de Investigación en Psicología y Pedagogía de la Universidad Justo Sierra


el próximo lunes 4 de julio de 2011 a las 9:00 hrs.


Ubicación: Universidad Justo Sierra Plantel San Mateo, Nueva industrial Vallejo, Del. Gustavo A. Madero, México D. F.


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TRANSFERENCIA PERVERSA

por Carlos Alberto Vargas Prado


"Lo que calificamos de perverso en la vida del adulto se aparta del estado normal por las particularidades siguientes: desconocimiento de barreras específicas (del abismo que separa al hombre del animal), de la barrera opuesta por el sentimiento de repugnancia, de la barrera formada por el incesto (es decir, por la prohibición de intentar satisfacer las necesidades sexuales en personas a las que se está unido por lazos consanguíneos), homosexualidad y, por último, transferencia del rol genital a otras partes y órganos del cuerpo".

Sigmund Freud. Rasgos arcaicos e infantilismo del sueño, 1916.


La negativa del sujeto en perversión a asumir su carencia y reconocerse como castrado es lo que determina, ya de antemano, el abandono de su asistencia al Consultorio. El perverso no sostiene una demanda de análisis y en el erotismo que pretende darle a la transferencia, es el Psicoanalista el primero que advierte que cualquier esfuerzo por detener la exhibición puede resultar inútil. En hartas ocasiones hemos escuchado que después de exponer su desviación, el perverso abandona el análisis. ¿Significa acaso que este tipo particular de pacientes no tienen –a diferencia del neurótico obsesivo, por ejemplo– una pasión desbordada por conocer el origen de sus síntomas y hallar una explicación acerca de la zozobra que los aqueja? No necesariamente. Si el perverso no se compromete con el análisis –¡que no con el Psicoanalista, ojo!– es porque su compromiso se encuentra en otro lado: En la creencia.


Al permutar su deseo en voluntad de goce el perverso es el primero en autoproclamarse como aquel que no teme a la castración y no querrá hacer de su falta algo ostensible, sino por el contrario hacerla sentir al neurótico, al partenaire sexual, a la histérica, creando un escenario, siguiendo un guión y lo que algunos han denominado un “mapa de amor perverso”. ¿Y quién sostiene la escena? Siempre hay Alguien –con A mayúscula– tras bambalinas, siempre existe Alguien que permanece expectante y favorece la consolidación de la transgresión: La Madre, que para el perverso en su creencia es un Gran Otro sin tachadura. Por ello es que, siguiendo la fórmula lacaniana, lejos de tener un hastío por el lugar del Otro, el sujeto perverso es aquel que fervientemente creerá en la posibilidad inacabable de un goce en el Otro, que él mismo procura. Pero es justamente por esto que el libertinaje sexual y el desafío implícito en las vivencias del perverso se convierten en su propia trampa: Más que imposible, se tornará torturante tener que responder siempre a La Mujer…


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